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El Rincón Postal

Del número de marzo de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Conocí la Christian Science a través de una sobrina que me prestó el libro Ciencia y Salud.

Por aquella época sufría de vértigos que me estaban causando invalidez. El síndrome era de artrosis y una enfermedad llamada pico de loro en la cervical. El diagnóstico del médico fue que se trataba de una enfermedad incurable. Casi al borde de la desesperación, le pedí a una practicista de la Christian Science que orara por mí. Al cabo de unas horas me di cuenta de que ya no tenía dolor y podía caminar normalmente. El restablecimiento se fue produciendo día a día, y la curación ha sido permanente.

Estoy tan agradecida de poder atestiguar el poder de la Christian Science, que doy gracias a Dios con todo mi corazón.



Amigos del Heraldo,

Soy una persona que siempre ha creído en Dios aunque, por estar estudiando, nunca tuve la oportunidad de asistir a la iglesia. Ahora, después de 6 años de casada, tengo una niña de 5 años y soy ama de casa. Todas las mañanas enciendo la radio y escucho el programa El Heraldo de la Christian Science. He oído algunos de los testimonios y he percibido que a la verdad, Dios es omnipotente y siempre está con nosotros. Oigo hablar del libro Ciencia y Salud y me gustaría saber cómo puedo obtener uno e instruirme sobre la palabra de Dios.

Tuve una experiencia que todavía no me la explico. Mi esposo y yo estábamos pasando una situación económica muy mala. Un día no teníamos ni para comer, ni siquiera para la niña. Era una situación desesperada. Yo lloraba al verme así. Entonces, tomé la Biblia. Yo sabía que es muy útil en tiempos de necesidad. El versículo que más me ayudó fue Mateo 6:31-33. Eso fue como a las cuatro de la tarde. Al terminar de leer y de orar el Padre Nuestro, me dio sueño y me dormí unos minutos. Al despertarme, mi esposo había encontrado dinero, y después mi cuñado que casi nunca nos visita, vino a vernos. Ese día, él tenía que trabajar y pasó primero por casa para traernos comida. Cuando me quedé sola me arrodillé y le di gracias a Dios, y desde entonces ya no me preocupo más por los alimentos.

La cuestión es que quiero saber más de Dios y cómo me puede ayudar a resolver los problemas y enfermedades que tenemos.

A mi esposo no le gustaba leer, pero ahora cuando tiene tiempo toma la Biblia y la lee y, aunque no la entiende mucho, cree en Dios.

Desde el Caribe

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