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La curación metafísica

Una curación espontánea y natural

Del número de marzo de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un Día, Cuando yo era jovencito, comencé a sentirme muy mal y me dolía mucho el estómago. Una amiga de la familia, que era estudiante de la Christian Science, vino a visitarnos y se puso a conversar conmigo. Ella vivía en un barrio muy alejado, al margen de un río grande. Después de explicarme que yo, como hijo de Dios, reflejaba amor, inteligencia, bondad, perfección y, por lo tanto, también salud, hablamos un poco más, me hizo algunas bromas, nos reímos y se despidió. Al rato el dolor desapareció.

Nunca más me olvidé de esa curación. Fue una de las muchas que guiaron mi fe e hicieron que afirmara mi confianza en la supremacía del Espíritu. Hoy comprendo que sólo Dios es Espíritu, el único Espíritu, infinito y eterno. Hace poco, tantos años más tarde, recién comprendí con más profundidad cómo se produjo esa curación.

Con aquellas palabras y bromas sencillas, esta amiga me había demostrado que el dolor no formaba parte de mi ser ni estaba dentro de mí. Con la pureza propia de la niñez, yo había aceptado esa idea sin titubear ni cuestionarla. Con eso el dolor perdió en mi pensamiento toda apariencia de poder, y yo sané.

Ése es un ejemplo de cómo puede producirse la curación mental científica. La oración en la Christian Science comienza con Dios y sus atributos eternos, infinitos, totalmente buenos. Enseguida reconoce que el hombre refleja esos atributos divinos de manera completa y constante, porque fue creado por Dios justamente con esa finalidad. "Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza... Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó", dice la Biblia en el Génesis. Génesis1:26, 27. Ese reconocimiento aclara muy bien en el pensamiento el hecho espiritual de que la enfermedad el pecado y todo mal carecen de realidad, presencia, poder o inteligencia.

El mal y el dolor no forman parte del hombre, por lo tanto, no pueden ser características de nadie. Para la curación cristiana es fundamental comprender la naturaleza verdadera del hombre como idea de Dios, como ser espiritual. Cristo Jesús tenía esa comprensión, y nos dio el ejemplo de cómo utilizar el poder divino de la curación. Mary Baker Eddy explicó en Ciencia y Salud que "Jesús veía en la Ciencia al hombre perfecto, que aparecía a él donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales. En ese hombre perfecto el Salvador veía la semejanza misma de Dios, y esa manera correcta de ver al hombre sanaba a los enfermos".Ciencia y Salud, pág. 476.

Cuando una persona dice o piensa: "Estoy enferma", o "Fulano tiene tal enfermedad", está dándole lugar al sufrimiento. Cuando decimos o pensamos "Este dolor no me quiere dejar", parece como que el dolor tuviera inteligencia, voluntad o capacidad de decisión. Esa actitud mental tiende a perpetuar la sensación de enfermedad y de dolor.

No obstante, existe un camino que nos ayuda a librarnos de la enfermedad: consiste en elevarnos en oración al punto de reconocer y aceptar la realidad divina, una realidad donde no existe conflicto ni dolor. El sentido espiritual, o sea la comprensión de lo que es realmente Dios, es lo que produce la curación.

En una ocasión, Cristo Jesús vio a un hombre ciego de nacimiento y cuando estaba por sanarlo, sus discípulos quisieron identificar la ceguera como un pecado del hombre mismo o de sus padres. Jesús no siguió esa línea de razonamiento, y declaró que aquel hombre y sus padres eran inocentes. Así demostró que ese individuo dependía solamente de Dios. En el Evangelio según Juan leemos que el Maestro afirmó: "No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él". Juan 9:3.

Cuando Dios llevó a cabo su plan de crear el universo y el hombre, no incluyó nada falto de armonía. En Su reino, que está presente ahora mismo, puesto que Dios es omnipresente, no hay espacio para el mal ni para ninguna enfermedad. El hombre creado a imagen y semejanza de Dios vive continuamente en el reino divino. Como Dios tiene todo el poder, el mal y la enfermedad son totalmente impotentes. Cuando se comprenden estos hechos espirituales, se produce la curación, como ocurrió conmigo, con la espontaneidad y naturalidad con que un niño asimila las ideas espirituales. La Sra. Eddy aclara el asunto de la siguiente manera: "La comprensión de su individualidad espiritual hace al hombre más real, más formidable en la verdad, y lo capacita para vencer al pecado, a la enfermedad y a la muerte".Ciencia y Salud, pág. 317.

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