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La curación metafísica

Una curación espontánea y natural

Del número de marzo de 2002 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Un Día, Cuando yo era jovencito, comencé a sentirme muy mal y me dolía mucho el estómago. Una amiga de la familia, que era estudiante de la Christian Science, vino a visitarnos y se puso a conversar conmigo. Ella vivía en un barrio muy alejado, al margen de un río grande. Después de explicarme que yo, como hijo de Dios, reflejaba amor, inteligencia, bondad, perfección y, por lo tanto, también salud, hablamos un poco más, me hizo algunas bromas, nos reímos y se despidió. Al rato el dolor desapareció.

Nunca más me olvidé de esa curación. Fue una de las muchas que guiaron mi fe e hicieron que afirmara mi confianza en la supremacía del Espíritu. Hoy comprendo que sólo Dios es Espíritu, el único Espíritu, infinito y eterno. Hace poco, tantos años más tarde, recién comprendí con más profundidad cómo se produjo esa curación.

Con aquellas palabras y bromas sencillas, esta amiga me había demostrado que el dolor no formaba parte de mi ser ni estaba dentro de mí. Con la pureza propia de la niñez, yo había aceptado esa idea sin titubear ni cuestionarla. Con eso el dolor perdió en mi pensamiento toda apariencia de poder, y yo sané.

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