Una De Mis amigas, que es dentista, descubrió durante una visita que le hice a su consultorio, que mis muelas del juicio estaban creciendo torcidas. Me dijo que necesitaba cirugía para extraerlas, porque no solamente estaban estorbando a las otras muelas, sino que también empujaban a algunas de ellas hacia abajo. Mi amiga me mostró las radiografías y vi mis cuatro muelas, todavía sin nacer, y de lado.
Soy estudiante de la Christian Science y recurro a Dios para la curación, así que no acepté este diagnóstico. Me pregunté: ¿Viene de Dios o es de origen humano? Yo sabía que Dios, la Mente divina, es el autor de una creación intachable. Esta creación es espiritual, de modo que la verdadera identidad del hombre, creado a imagen de Dios, es espiritual. Él no crea deformidad alguna y Su trabajo es perfecto, así que yo no podía ser la excepción. Me resultaba muy claro que esta dificultad no formaba parte de mi ser verdadero y la rechacé con vehemencia y categóricamente.
Cuando me fui del consultorio, regresé a casa sintiendo que podía resolver este problema mediante la oración. Un pasaje de Ciencia y Salud me dio mucha inspiración: "Aceptemos la Ciencia, renunciemos a todas las teorías basadas en el testimonio de los sentidos, abandonemos los modelos imperfectos e ideales ilusorios; y tengamos así un solo Dios, una sola Mente, y ese uno perfecto, produciendo Sus propios modelos de excelencia" (pág. 249). Comprendí que podía ver la armonía de la creación divina más allá de las apariencias.
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