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Alemania gana la medalla de oro en optimismo

Del número de junio de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana

www.spirituality.com


Una encuesta realizada por la empresa Gallup en 15 países mostró que los alemanes se ganan la medalla de oro en pesimismo.

Un ochenta y siete por ciento piensa que el futuro no traerá nada bueno. Creen que habrá desempleo e injusticia política y que la economía seguirá en declive.

Como ciudadana de Alemania, creía estar de acuerdo con estas estadísticas. Pero cuando conversé con la gente recibí una sorpresa. A pesar de las estadísticas todavía hay esperanza.

Fui a la ciudad de Bamberg, en el sur de Alemania, a visitar a la institución Gente Necesitada, que brinda apoyo a la comunidad

La bienvenida fue cálida: “¿Quieren un café? ¡Sírvase una galletita!”

Un bullicioso grupo de desamparados se reúne en torno a una mesa. Allí reciben comida, ropa e información gratuita. Quince voluntarios ofrecen su tiempo para colaborar con el proyecto, que cuenta con el apoyo de la comunidad católica y bautista.

Diana Aulbach es uno de los voluntarios. “Llamamos a nuestro proyecto ‘Mateo 25’, porque ese versículo bíblico dice: ‘En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis’”.

Diana se enfrenta a diario con la pobreza. Sin embargo, no es pesimista, todo lo contrario. “La crisis económica por la que atraviesa nuestro país es una oportunidad. Espero que haga que la gente deje de preocuparse sólo por sí misma, y comience a ser más solidaria con sus semejantes”, afirma.

Diana pudo comprobar esto. Su esposo le inició un juicio de divorcio y amenazó con llevarse a su hijo. Finalmente, ella se quedó en la calle.

“El mismo día que había decidido suicidarme”, me dijo, “una amiga me invitó a asistir a su iglesia. Allí pensé: ‘Bueno, puedo postergar un día el suicidio’ ”. Y agregó: “Ese día mi vida cambió. Fui a la iglesia, derramé mi corazón en lágrimas ante Dios y Le pedí que me perdonara. Me puse en Sus manos y Él me dio una nueva vida. Cuando salí de la iglesia era una persona nueva”.

Soy optimista porque vivo a la altura de mis propios ideales, y me siento satisfecho y motivado.

Diana me dijo que su pasaje bíblico favorito estaba en Isaías: “No temas, porque yo te redimí, te puse nombre; mío eres tú” (Isaías 43:1).

Pensé que, después de todo, la primera escala en un viaje de visita a gente que ha tocado fondo no había estado tan mal. Salí de allí con una galleta, un vaso de café y mucha inspiración. Me di cuenta de que había encontrado información, no sobre el pesimismo, sino sobre la esperanza.

Después hablé con Daniel Friedrich, quien con otros estudiantes, creó el sitio ehrenamtlich.de (en alemán “voluntarios”), que ofrece ayuda e información para aquellos que desean ofrecerse como voluntarios. “Mucha gente no sabe que existen diversas maneras de ayudar a los necesitados”, subraya, “entre otras, por ejemplo, participar en obras teatrales con los presos. Quisimos ampliar la perspectiva de la gente y darle mayor información, para que así se sintiera motivada”.

En tono de broma, le pregunto a Daniel si es de los que en las fiestas se dedica a “servir las bebidas en vez de disfrutar”. “Bueno, me he propuesto esto”, responde, “no deseo concentrarme únicamente en mi propia vida, sino también ayudar a los menos afortunados. Al hacerlo vivo a la altura de mis propios ideales, y me siento satisfecho y motivado; ésa es la razón de mi optimismo. Digamos que es algo así como un círculo angelical”, concluye.

Una vez más, en lugar de pesimismo encuentro esperanza.

Bundesarbeitsgemeinshaft der Freiwilligenagenturen, una organización que reúne a todos los grupos de voluntarios del país, dio a conocer un hecho extraordinario: en Alemania, una de cada de tres personas trabaja como voluntario. Es decir, tenemos más de 22 millones de personas que expresan su esperanza haciendo trabajo voluntario.

Estas reflexiones sobre la esperanza me hicieron preguntarme: ¿cómo encontré esperanza en mi propia vida? Y me di cuenta de que es el estudio de las cosas espirituales lo que me da la seguridad de que todo está bien.

Una mujer que vivió en el siglo XIX y a comienzos del XX, llamada Mary Baker Eddy, ha sido para mí una fuente constante de inspiración. Ella enfrentó serias pruebas. Enfrentó la muerte de seres queridos, sufrió viudez, infidelidad, le quitaron a su hijo, se divorció, sufrió pobreza y tuvo que enfrentar traición y soledad. Sin embargo, nunca perdió la esperanza. Considero que lo que dijo sobre la esperanza coincide con lo que yo había descubierto hasta entonces.

En su libro Ciencia y Salud, escribió: “El desarrollo espiritual no germina de la simiente sembrada en el campo de esperanzas materiales; sino cuando éstas decaen, el Amor propaga de nuevo las alegrías más elevadas del Espíritu, las cuales no tienen mácula terrenal. Cada fase sucesiva de experiencia descubre nuevas perspectivas de la bondad y del amor divinos” (pág. 66). Éste es el objetivo de mi estudio de las cosas espirituales: obtener una nueva visión de la bondad y el amor divinos, lo que me permite abrigar abrigar esperanza respecto a mi futuro y el de mi país.

¡Qué resultado extraordinario! La investigación de lo que parecía ser la medalla de oro del pesimismo reveló la existencia de poderosas corrientes del bien aquí mismo en Alemania. Encontré personas activas en pensamiento y obras, que buscan las cosas buenas, que reemplazan la necesidad con la gratitud, que dan alegría en lugar de pedirla, y jamás permiten que los pensamientos negativos se interpongan en su camino.

Bueno, ahora tengo que despedirme. Quiero unirme a esos 22 millones.

Este artículo apareció originalmente en www.spirituality.com

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