Desde 1995, Rex Seymour se ha desempeñado como Cónsul de Canadá en Puerto Rico y las Islas Vírgenes. La entrevista que sigue es fruto de un esfuerzo un esfuerzo conjunto entre la edición en español de El Heraldo de la Ciencia Cristiana y conductora del programa “Las naciones al día” que se transmite en Puerto Rico.
¿Estudió usted la Biblia durante su niñez?
Sí, lo hice. Cuando iba a la escuela, teníamos un servicio religioso y también clases de instrucción religiosa todos los días. Los domingos, solía asistir a la escuela dominical.
De modo que de niño, estaba familiarizado con las historias de la Biblia.
Sí, pero sólo por el colegio. Mis padres eran personas muy buenas y prácticas, y me enseñaron cosas útiles del diario vivir, pero aunque eran cristianos, tenían poco interés en la espiritualidad.
Durante su adolescencia ¿tuvo la espiritualidad un significado especial para usted?
En esa etapa de mi vida, construí una muralla a mi alrededor y no estaba demasiado abierto a los temas espirituales. Cuando miro atrás, me doy cuenta de que hubo unas cuantas personas que intentaron ayudarme en ese aspecto y probablemente encontraron impenetrable esa muralla que yo mismo había creado. Yo no era muy receptivo en mi juventud.
¿Cuándo comenzó el despertar de su espiritualidad?
Hace más o menos veinte años, cuando leí un libro que ponía mucho énfasis en la crucifixión y resurrección de Jesús, y en el efecto que esto tuvo sobre los apóstoles. Ellos estaban tan convencidos de lo que habían visto, que salieron a difundir la palabra de Dios, aun cuando muchos de ellos se arriesgaron a sufrir una muerte horrible. Por supuesto que los cristianos creen que ellos recibieron la vida eterna. El cambio que experimentaron los apóstoles luego de la resurrección de Jesús, me conmovió enormemente. Esas personas que hasta entonces habían sido gente común, con oficios comunes, súbitamente se transformaron en grandes evangelistas.
Así es que la espiritualidad ha jugado un importante papel en su vida desde entonces.
Un papel enorme. Comenzó como una pequeña vislumbre y desde aquel tiempo, he conocido a varias personas que me han ayudado mucho en mi crecimiento espiritual. Recientemente una amiga me regaló el libro Ciencia y Salud por Mary Baker Eddy.
¿Le gustaría compartir con nosotros alguna idea de ese libro que le haya llamado la atención?
Sí, quiero resaltar especialmente la espiritualidad contenida en él, y que además ese libro brinda al lector el mensaje de que el bien siempre triunfa sobre el mal. Esto me da una gran confianza al enfrentar las situaciones que se presentan cada día. Es un mensaje muy inspirador. También me siento bendecido cuando lo leo. Puedo darme cuenta de que M. B. Eddy fue fiel al propósito divino. Ya he repartido varios ejemplares de Ciencia y Salud entre mis amigos.
¿Hasta qué punto son prácticas esas ideas?
Creo que las ideas del libro son muy prácticas y le dan a uno la seguridad de que los problemas se pueden superar, incluso los menores como un dolor de cabeza. Me ha resultado muy útil. Pero lo he encontrado aun más útil cuando he tenido algún pensamiento negativo pretendiendo erigir un muro entre otra persona y yo, como la ira, por ejemplo. Si lo reemplazo con un pensamiento o sentimiento positivo, inmediatamente me siento mejor y veo cuál es el camino correcto a seguir.
Usted mencionó anteriormente que existían barreras de comunicación cuando era adolescente. ¿Siente que su espiritualidad lo ha ayudado a derribar esas barreras?
Ciertamente. La instrucción religiosa que recibí en la escuela era tan solemne y tan alejada de mi experiencia diaria que me era difícil aplicarla. Pero la manera en que Mary Baker Eddy y también otras personas presentan la religión, nos permite establecer de un modo práctico una conexión con las Escrituras, influir sobre los acontecimientos y aprender así a manejar las diversas situaciones que plantea la vida diaria.
El concepto de Dios como Amor y Verdad que Mary Baker Eddy presenta en Ciencia y Salud ¿es muy diferente al que usted tenía?
Pienso que conocer a Dios se ha transformado en una experiencia mucho más personal de lo que haya sentido jamás. Me siento más cerca del Creador, siento Su amor y que Él siempre me dirige cuando busco Su guía. Este concepto de Dios me da una imagen de mí mismo más positiva y me proporciona más confianza al manejar diferentes situaciones. Me despierto feliz todos los días.