Todavía recuerdo mi fascinación cuando volé por primera vez desde San Francisco a la ciudad de Washington. A medida que el avión ascendía, miraba cómo cambiaba el paisaje como nunca lo había visto antes. Los árboles se fundían en masa de colores; las calles y ríos dejaban atrás sus nombres y se transformaban en las líneas rectas o curvas de un mapa viviente. Al avanzar hacia el oriente, cada estado que sobrevolábamos se unía suavemente con el siguiente. Y a medida que cambiaba el paisaje, mi perspectiva también cambiaba.
Cuando uno se eleva lo suficiente, los límites desaparecen. Mary Baker Eddy, la fundadora del Heraldo, desafió los límites y fronteras toda su vida. Su visión de que hay un Dios que es el bien universal, supremo e infinitamente amoroso, está explicada de manera categórica en su libro Ciencia y salud con Clave de las Escrituras, para que todos la puedan leer. En el espíritu de la hermandad universal por la que trabajó incansablemente, ella escribió: “Con un mismo Padre, o sea Dios, todos en la familia humana serían hermanos; y con una Mente única, y siendo ésa Dios, o el bien, la hermandad del hombre consistiría de Amor y Verdad..”(pág.469)
Hoy, esta “familia humana” es testigo del poder transformador de su libro.
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