Alicia Zanella vive en Santa Catalina, un vecindario de Montevideo, Uruguay. Cuando se mudó con su familia a ese lugar, esa tierra había sido abandonada por sus dueños y había pasado a resguardo de la municipalidad. Gente dispuesta a construir su casa con sus propias manos empezó a ocupar esa tierra. Además de Alicia y otras familias, pronto empezaron a aparecer vendedores de drogas, proxenetas y toda clase de criminales. Este artículo por Mari Milone, cuenta cómo Alicia contribuyó a que haya paz y armonía en su vecindario.
Alicia es ama de casa. Una luchadora cuya batalla diaria consiste en tratar de lograr que haya pan en la mesa para su familia a pesar de los problemas económicos de su país. Prácticamente sola y orando como enseña Ciencia y Salud, pudo obtener resultados decisivos donde vive. Alicia le resta importancia a su labor y exclama: “Dios hizo la obra”.
Cuando llegó a ese lugar sólo había un terreno baldío, plagado de yuyos y ratas, pero con el esfuerzo de todos los vecinos se limpió y desbrozó hasta que las propiedades de cada uno de ellos quedaron debidamente delimitadas. Alicia vivió al comienzo en una carpa (tienda de campaña) junto a su esposo y sus cuatro hijos, mientras construían la casa que habían soñado. Pero, junto con las humildes viviendas de los obreros, comenzaron a aparecer los vendedores de drogas, los ladrones e incluso se levantó un prostíbulo al lado mismo de la escuela.
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