Hace ocho años, comencé a despertar por las mañanas con la cara tremendamente hinchada. Tiempo después, en una visita al dentista, se descubrió que tenía quistes a ambos lados de la boca. EI odontólogo me dijo que tenían que ser extraídos quirúrgicamente de inmediato.
Mientras escuchaba el diagnóstico, supe que en realidad tenía dos opciones: recurrir a la operación quirúrgica u optar exclusivamente por medios espirituales para la curación. Hice lo segundo, pues yo ya había tenido muchas pruebas de que la oración tiene efectos sobre nuestro cuerpo y nuestra salud. Decidí llamar a un practicista de la Christian Science para que orara conmigo.
Oramos durante un tiempo, yo me dediqué a estudiar la Biblia y Ciencia y Salud. El primer capítulo trata sobre la oración y fue en el que más profundicé en esa etapa. Hay muchas frases del libro que me ayudaron, pero una se destaca particularmente. Dice así: “Lo que más necesitamos es la oración del deseo ferviente de crecer en gracia, oración que se expresa en paciencia, humildad, amor y buenas obras” (pág. 4).
La oración es nuestro intento de aproximarnos a Dios. Es la capacidad que todos tenemos para elevar nuestro pensamiento y vernos a nosotros mismos, y a los demás, en la misma forma en que Dios nos ve, es decir, perfectos y puros. La oración es una forma de acercarnos a Él y escucharlo. Si conseguimos acallar nuestros temores y nuestros pensamientos, que quizás no siempre sean muy halagüeños, seremos capaces de oír lo que Dios nos dice. Esto nos guía, nos protege y nos trae curación.
Realmente no sabría decir ni cómo ni cuándo se produjo esta curación. El temor simplemente se desvaneció de mi pensamiento y poco a poco se me olvidó el problema físico. De alguna forma, se fue borrando del pensamiento, y a la vez del cuerpo. Lo único que sé es que en radiografías posteriores, lo que antes aparecía allí ya no estaba.
En ese período en que estudié la Biblia y Ciencia y Salud y me dediqué a orar, creo que hubo un proceso dentro de mí que fue sacando a luz algunas cosas que me habían estado molestando. Recuerdo que me di cuenta de que últimamente había tenido mucha más tendencia al enfado, a la irritación, a una cierta impaciencia con mi entorno y con los demás. A la vez que mejoraba mi estado de ánimo y desaparecían mis pensamientos negativos, se iba produciendo la curación tanto física como moral. Me calmé y dejé de sentir temor. Percibí más el amor de Dios por mí y por todos, y fue entonces cuando llegó la curación.
Cuando recuerdo esta experiencia y agradezco a Dios por ella, me doy cuenta del progreso personal que alcancé gracias a esta curación que me obligó a acercarme más a Él.
Madrid, España