Henning Schwartz, un hombre de negocios de Nüremberg, Alemania, hace poco conversó con Redactor Jefe Asistente del Heraldo en alemán.
Trabajo para una gran empresa, que el año pasado se reorganizó nuevamente para prescindir de varios cargos y funcionar así con un presupuesto más bajo. Este proceso afectó distintas áreas y finalmente alcanzó mi departamento. Varios cargos fueron eliminados y procuré encontrar nuevos empleos para esas personas, pero ese empeño bien intencionado fue totalmente infructuoso. Hice todo lo que pude pero no encontré nada.
Al recurrir a Dios en oración, pensé que en Su plan divino y en Su creación perfecta, tiene que haber una función para cada uno, un propósito interesante y satisfactorio. Me aferré a este pensamiento, abandoné mis frenéticos esfuerzos por ayudar a esos empleados y oré aún con más devoción. Pocos días más tarde me enteré de que otros departamentos de la compañía tenían vacantes laborales. Esto me permitió encontrar trabajos interesantes y satisfactorios para todos esos empleados.
Los desafíos nos ayudan a crecer espiritualmente y a alcanzar nuestras metas.
¿Estos empleos eran en la misma empresa?
Sí. Algunos tuvieron que irse a otro lugar, pero para nadie supuso un problema. Esta oportunidad surgió repentinamente, allí mismo donde había estado buscando, y donde parecía no haber una solución.
¿No es esto algo inusual en una compañía?
Sí, lo es. Y por lo que sé de otros departamentos, hoy no es fácil encontrar un nuevo empleo. Todo esto me puso muy contento. Lo interesante es que todo este proceso culminó antes de que se finalizara la nueva reorganización.
Así que nadie llegó a decir: “Está despedido”. Sólo dijeron: “Los vamos a transferir”.
Así es, gracias a Dios. Presintiendo los despidos, la gente tenía mucho miedo. Todos sabían que se aproximaba una reorganización y nadie sabía exactamente a quién iba a afectar. Pero, ese temor pronto desapareció cuando oyeron: “Te van a dar éste o aquel trabajo”.
¿Cree usted que este resultado se debió a su oración?
Sí, vi que mis primeros esfuerzos, basados sólo en buenas intenciones, fueron inútiles. Sin embargo, cuando me volví a Dios y me afirmé en el hecho de que Su creación perfecta incluía todas las cosas y a todas las personas actuando en perfecta armonía, todo resultó bien.
¿Ve usted que el trabajo es parte del plan que tiene Dios para Sus hijos?
Así es. Porque yo también he pasado por etapas en las que mi empleo no me resultaba interesante, pero esta vez me sentí muy motivado. También hubo otras oportunidades en que enfrenté desafíos y tenía mucho trabajo, pero a la vez recibí muchas satisfacciones. Creo que estamos en el mundo para alcanzar determinadas metas, para cumplir determinados objetivos, y que por eso siempre tenemos nuevos desafíos. Asimismo, estamos aquí para crecer y desarrollarnos espiritualmente.
Siempre he procurado encontrar actividades que se relacionen con el bienestar de mis semejantes. Jamás he pensado en cuánto dinero puedo ganar, sino en desarrollar una actividad satisfactoria, que sea útil para los demás. Como resultado tuve éxito en mi carrera y buena recompensa económica. No hablo de ganar millones, pues no veo que sea necesario. La satisfacción no procede del dinero, sino de lo que uno siente adentro. Y del trabajo útil. Siempre he procurado que las personas que dependen de mí en el trabajo, desarrollen una actividad digna y satisfactoria. Para mí esto es lo que realmente importa.