Skip to main content Skip to search Skip to header Skip to footer

Salud al alcance de todos

Del número de junio de 2003 de El Heraldo de la Ciencia Cristiana


Una vez estaba esperando el trolebús en Karlsruhe, Alemania, cuando vi en una plaza cercana un exhibidor que me llamó la atención. Al ver que se promocionaba allí el libro Ciencia y Salud me sonreí, pues yo era fisioterapeuta de profesión y había estado vinculada a la curación natural y a la ciencia mental durante décadas. Sabía que lo leería, entonces lo compré.

Me gustó mucho el título, Ciencia y Salud, ya que, en mi opinión, la salud se relaciona con la investigación; no es algo estático o pasivo. Considero que la salud es el estado natural del hombre. En mi carrera profesional me interesaba trabajar con el potencial que todos tenemos para estar sanos, no enfermos, para preservar la vida y disfrutar de ella. De modo que partí de la base de que la salud es algo inherente al potencial y a la individualidad de todas las personas.

Ciencia y Salud estaba escrito en términos religiosos y su vocabulario me era desconocido, entonces lo dejé de lado.

No obstante, en el fondo, consideraba que la salud y la espiritualidad pertenecían a la Divinidad. Nunca pude pensar que Dios era una persona, aunque sí reconocía a lo Divino como la fuente de la vida. Lo que yo recordaba acerca de las enseñanzas religiosas de mi niñez se relacionaba siempre con el concepto de separación entre Dios y el hombre; el bien y el mal, el diablo, el pecado, el castigo. Todos estos conceptos me vinieron al pensamiento de inmediato, por lo que me doy cuenta de que tenía algunos prejuicios.

Descubrí que el cuerpo responde prontamente a los pensamientos constructivos.

A pesar de ello, no podía dejar de pensar en el libro. Ocurrió que, lo que para mí era verdad en lo profundo de mi ser, concordaba con lo que decía el libro. Simplemente, no había separación entre Dios y yo.

Después de terminar de leer los primeros dos o tres capítulos, sentí que mi concepto de la religión había cambiado por completo. En mi opinión, la religión está para guiarme a encontrar la verdad dentro de mí misma. Por esta razón, deseaba estudiar las ideas del libro y ver cómo se relacionaban con mi vida.

Lo que realmente me transformó fue la poderosa y profunda verdad que percibí en este libro. Me sentía muy aliviada, pues a menudo había tenido pensamientos similares, sin embargo, jamás me había sentido identificada con los diversos métodos de curación natural que había estudiado. Continué leyendo, y comprendí que no estaba sola. Me di cuenta de que 125 años atrás una mujer se había dado cuenta de que el origen divino es espiritual.

En la época en que comencé a explorar Ciencia y Salud por primera vez, un día se me derramó agua hirviendo en la mano izquierda. Hacía 20 años había tenido un accidente similar en la misma mano. Recordé que había tardado varias semanas en sanar y me había dejado una ampolla grande. Pensé que era una oportunidad magnífica para orar utilizando los conceptos espirituales de Ciencia y Salud. Tan pronto como sentí en mí el poder, el amor y la verdad que había encontrado con la lectura del libro, me invadió una paz absoluta, tras lo cual el dolor disminuyó y la piel comenzó a recuperar su color normal.

Luego cierto pánico me invadió, pues me iba de viaje en tres días y tenía que cargar con equipaje. Entonces pensé: “Voy a ser persistente y no me voy a dar por vencida”. Pude ver cómo iba desapareciendo el color de la quemadura, aunque llevó unas dos horas. Al recurrir a los pensamientos espirituales con los que estaba familiarizada, me sentí fortalecida y aumentó mi percepción espiritual. Esas horas fueron para mí muy intensas, pero esenciales para comprobar la eficacia de la Verdad.

No me puse ninguna loción sobre la quemadura. Por la tarde todavía me dolía un poco la mano, pero sentía una profunda paz interior. Literalmente vi la diferencia entre esta experiencia y la anterior, y cómo el cuerpo responde prontamente a los pensamientos constructivos. Finalmente, sané por completo.

Cuando terminé de leer el libro, pensé: “Muy bien. Y ahora, ¿qué? Hace 125 años una mujer dio instrucción a miles de personas. ¿Dónde están sus seguidores?” Entonces procuré encontrar a un representante de la editorial en Alemania, para preguntarle si había alguna posibilidad de ponerse en contacto con esa gente. Me sorprendió comprobar que muchas personas comparten esta forma de vida.

Hoy, recurro a Ciencia y Salud constantemente. Tengo una confianza absoluta en el poder espiritual. Sé que la facultad de sanar está dentro de nuestra conciencia y mediante ella podemos ayudarnos a nosotros mismos y a los demás.

Todos tenemos este potencial. Lo que debemos hacer es apartar la mirada de la enfermedad y mirar hacia nuestras cualidades espirituales. EI desarrollo de este entendimiento espiritual está en consonancia con nuestra naturaleza individual. La curación es el mejor regalo que podemos hacer a los demás.

Para explorar más contenido similar a este, lo invitamos a registrarse para recibir notificaciones semanales del Heraldo. Recibirá artículos, grabaciones de audio y anuncios directamente por WhatsApp o correo electrónico. 

Registrarse

Más en este número / junio de 2003

La misión del Heraldo

 “... para proclamar la actividad y disponibilidad universales de la Verdad...”

                                                                                                          Mary Baker Eddy

Saber más acerca del Heraldo y su misión.