Christian Weingartner es practicista de la Christian Science en Viena, Austria. Redactor Jefe Asistente de la edición alemana El Heraldo de la Ciencia Cristiana, lo entrevistó para saber cómo comparte Ciencia y Salud con Clave de las Escrituras con otras personas.
Hace poco usted representó a Ciencia y Salud en el Congreso Mundial de Psicoterapia de Viena, Austria. ¿Vio alguna señal de que los profesionales de este campo estén considerando asuntos relacionados con la metafísica o la espiritualidad?
Por cierto que sí. Las personas con las que hablé se mostraron muy dispuestas a hablar de Ciencia y Salud pues ya antes habían estado considerando el tema de la espiritualidad. La Dra. Rotraud A. Perner, prominente psicoterapeuta de Europa, de criterio poco convencional, dijo que sin la espiritualidad nada funciona.
Fue la primera vez que representantes de Ciencia y Salud estuvieron presentes en un evento de tal magnitud. ¿Qué lo impulsó a concurrir a este acontecimiento y hablar de la Christian Science con tanta convicción?
Me resultó fácil hacerlo, pues yo mismo me he visto beneficiado por el estudio de Ciencia y Salud. Cuando conocí la Christian Science, hace 21 años, hacía siete que estaba enfermo. Al pedirle ayuda a una practicista de la Christian Science, aprendí algo muy importante. Ella no me habló del problema, ni de lo que haríamos al respecto. Me dijo que para curarme debía cambiar mi forma de pensar. Al estudiar Ciencia y Salud, mi perspectiva de la vida cambió y como consecuencia sané. Esto me hizo desear ayudar a otras personas.
Poco después de que Ciencia y Salud llegara a mis manos, me sentí listo para ayudar a un amigo que hacía seis meses que tenía un eczema. En dos semanas se sanó.
Hace poco más de tres años que soy practicista y me encanta este trabajo. Hace algún tiempo, me llamó una familia que no sabía nada de la Christian Science. La noche anterior, su hijo, nacido prematuramente, había sido desahuciado. El niño había estado recibiendo oxígeno durante varias semanas, y al nacer le habían colocado una cánula en el cerebro. Los médicos no creían que sobreviviera esa noche y opinaban que, en caso de hacerlo, padecería de un grave daño cerebral.
Estos padres habían deseado fervientemente tener ese niño. Lo primero que pensé fue que Dios, que es Mente, es la vida del hombre y de la mujer, y que esta vida está gobernada por la conciencia y no por el cuerpo.
Sabía que Ciencia y Salud podía ayudarlos. De modo que, accediendo a su pedido de ayuda, les dije que leeríamos el libro juntos. Me pareció que eso podría ayudarlos a comprender que su hijo era hijo de Dios y estaba seguro bajo Su cuidado. Les dije: “Su trabajo es cuidar espiritualmente de este regalo del cielo. Y tengan la certeza de que este niño obtendrá a renovadas energías y se manifestará a cada momento mediante el Amor divino”. Les aseguré que aunque no comprendieran este hecho plenamente, el libro tenía un efecto sanador y que su medicina era espiritual. Aquella noche, el niño fue declarado fuera de peligro, aunque querían someterlo a otros exámenes. Los médicos no se explicaban el cambio. Continuamos orando y ninguno de los exámenes fue necesario, incluso le quitaron la cánula. El niño se sanó y fue dado de alta. Hoy, tres años más tarde, sus padres continúan estudiando el libro.
¿Hubo algún daño cerebral?
Ninguno.
¿Qué lugar ocupa el libro de texto en su práctica sanadora?
No podría ayudar a nadie sin él. Siempre encuentro a alguien a quien darle un ejemplar.
¿Es entonces un recurso al que acude constantemente?
Sí, y también una obra de constante referencia a la que acudo en busca de inspiración. A pesar de que hay algunos pasajes que he leído muchísimas veces y no he comprendido en su totalidad, su mensaje se renueva constantemente. No conozco ningún otro libro que ofrezca perspectivas tan diferentes cada vez que se lee.