Solía pensar que la familia incluía solo a mi madre, mi padre y mis tres hermanas. No obstante, mi concepto de familia se ha ampliado con el tiempo.
Cuando era niña, fui a la Escuela Dominical de la Ciencia Cristiana con mis hermanas y aprendí que Dios es mi Padre y mi Madre. Fue muy reconfortante saber que mi Padre-Madre Dios siempre está presente, guiándome y criándome.
Cuando tenía poco más de veinte años, a veces me sentía sola, aunque, en el verano, por ejemplo, estaba cerca de mucha gente como consejera de campamento. Una noche en el campamento, caminé hacia el hermoso lago de montaña y oré. La luna brillaba intensamente y su luz se reflejaba en el agua. Sentí que el amor de Dios me cubría como la luz de la luna, y sentí el “hálito fresco que, desde lo profundo, viene de Dios” que Mary Baker Eddy describe en La Primera Iglesia de Cristo, Científico, y Miscelánea (pág. 195). En ese momento, supe que realmente no estaba sola. Dios siempre estaría conmigo; yo era parte de la familia de Dios. Este concepto más amplio de familia incluía a mis amigos y me bendijo con muchas relaciones familiares.
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